Por Patricia Vasconcelos
¿Dónde comen los viajeros con paladar culto en una ciudad tan vasta y fascinante como la Ciudad de México? Desde cocinas de autor con mirada contemporánea hasta templos de tradición intacta, estos quince restaurantes son más que mesas bien servidas: son destinos gastronómicos donde el sabor cuenta historias. Aquí hay fuegos que respetan el producto, platos que emocionan desde el primer bocado y espacios con alma que elevan la experiencia.
Si estás planeando dónde comer en la Ciudad de México: diversa, compleja y viva, esta guía de Go for It! Viajes te lleva por los mejores restaurantes:
Al Andalus – San Ángel y Centro Histórico
Al Andalus seduce en CDMX con dos mesas: Centro Histórico (Mesones 171) y San Ángel (Torre Aleph). Salas elegantes y sazón libanesa. La mesa libanesa convoca chanclish, jocoque, kepe y tabule; siguen hojas de parra, humus y tacos árabes. En San Ángel, el kippe con escamoles es gol de autor. Final con postres de masa philo y café turco. Restaurante libanés en CDMX para compartir y volver. $$$
Arturo’s – Polanco
Arturo’s mantiene vivo el espíritu de la cocina francesa tradicional en Polanco. El confit de pato, tierno y jugoso, se acompaña con papas salteadas al estilo clásico. El entrecôte a las finas hierbas ofrece un equilibrio de sabor y precisión en su punto. En pescados, el huachinango meunière con almejas destaca por su técnica meticulosa y salsa untuosa. El carré d’agneau se sirve con un gratin dauphinois, donde la textura cremosa y el sabor robusto del cordero se funden. Para cerrar, un toque dulce y delicado con la cuajada, evocadora y suave. El ambiente sobrio, mantelería impecable y un servicio de savoir-faire hacen de Arturo’s una experiencia fiel a su origen francés. $$$
Bar El Sella – San Rafael, Polanco y Lomas
Cantina de estirpe asturiana con alma de fonda madrileña. Las fabes llegan a la mesa en cazuelas humeantes que evocan los inviernos del norte español. El bullicio de sus comensales no disuade al silencio contemplativo que impone la fabada. El servicio es cálido y eficiente. Ideal para quienes buscan sabores caseros. Su carta de quesos, acompañada de un buen vermouth es emocionalmente obligatoria. $$
Cantina El Mirador – Chapultepec
A un costado del bosque, rescata el espíritu de las cantinas antiguas –donde puedes sentarte a jugar dominó– con una propuesta de cocina tradicional ejecutada con rigor. El chamorro al horno, servido con papas al perejil y tortillas recién hechas, exhibe esa sencillez rotunda que emociona. El ambiente, entre historia y azulejos, invita al aperitivo largo y la sobremesa sin prisas. El servicio es rápido y amable. $
Dante Brasa y Fuego – Polanco

Dante Ferrero, el chef a cargo de este restaurante, es un verdadero maestro del asado; maneja los cortes y la parrilla como nadie. Parrilla de trazo moderno y vocación carnívora. El ribeye, jugoso y con el punto exacto de carbón, es una sinfonía de grasas nobles y jugos primarios. Servicio culto en maridajes. El ambiente es moderno y elegante, con un servicio que destaca por su conocimiento en cortes y maridajes. $$$
Ekilore – Polanco
Ekilore honra la cocina vasca con producto irreprochable y técnica sobria. Comience con los cogollos con anchoas o el canelón de centollo. Luego, unas kokotxas al pil pil, el rabo de toro o el pescado a las brasas al estilo Orio: grande, jugoso, con ajos dorados y aceite de oliva. El chuletón de vaca vieja es un himno carnívoro para compartir. La sidra natural de Astigarraga se sirve directo de la barrica, en la cava. Acompáñela con croquetas negras de chipirón. Pan diario, embutidos caseros y postres de nostalgia, como la tarta de whiskey. Servicio profesional y vinos bien elegidos. $$$
Entremar – Polanco

Entremar, enclave de mariscos en Polanco, seduce con su terraza entre toldos y su cocina costeña mexicana contemporánea. Su tostada de atún con chipotle y puerro frito se impone, mientras que el Taco de Pescado a la talla (foto) se alza como su imperdible. Ambiente relajado, servicio cortés y propuestas frescas completan una experiencia digna del mejor mar en Ciudad de México. $$$
Filigrana – Roma Norte

Bajo la batuta de Martha Ortiz, Filigrana honra los sabores mexicanos con lírica sensibilidad. En su salón, presidido por un mural de Rafael Cauduro, se sirven tlayudas crujientes, caldos solares, tampiqueñas con gorditas y tortas ahogadas de memoria gustativa. Su panadería es un canto al maíz y al cacao. Desayunos con huitlacoche y flor de calabaza, domingos con barbacoa, atoles y aguas frescas. Un festín de identidad y emoción. Imperdible: el Alegre pescado zarandeado con adobo de piña y exótico pico de gallo (foto). $$$
Gaba – Condesa
Un comedor íntimo donde la sencillez encierra una inteligencia culinaria poco frecuente. Gaba no busca deslumbrar, sino emocionar con sabor y detalle. Abre con un gesto delicado: rosetas de paté de hígado de pollo, como si fueran betún de pastelería, coronadas con una lágrima de mermelada de jamaica. Pero hay entradas que superan incluso esa primera impresión: los mejillones con frijoles de la olla son un golpe de honestidad y técnica, tiernos, jugosos, sin una pizca de sobrecocción. Y las uvas tatemadas, servidas con una crème fraîche especiada, juegan en ese filo entre lo vegetal y lo postrero, con una profundidad inesperada. El viaje continúa con mar: la pesca del día a la talla llega bañado en una salsa de jitomate tatemado con guajillo fermentado, de esos sabores que se quedan grabados. Todo preparado a la vista, con precisión casi ceremonial. $$
Gaudir – Verónica Anzúres

En Gaudir la taverna catalana se expresa con una refinada contención. Comenzamos con el risoni meloso de pato y foie, cremoso, firme y profundamente untuoso. El pan “Xino” relleno de caviar siberiano ofrece un murmullo de mar sobre un lecho esponjoso. La coca de foie, con higo caramelizado, es poesía en cada bocado. No faltan los huevos rotos con jamón ibérico, ni las auténticas anchoas de Cantabria. El plato de mollejas, con salsa de ratafía y parmentier de mostaza, combina riqueza y equilibrio. Imperdible: el Bacalao a baja temperatura, con pil pil, crema de espinacas y piñones (foto); y el final más inesperado es la mezcla de chocolate amargo con pan cristal, sal gruesa y aceite de oliva: contraste sorprendente y memorable. Servicio y vinos al nivel. $$$
Limosneros – Centro Histórico

Limosneros, llamado así por los muros construidos con materiales donados como limosna, ofrece una experiencia tan profunda como sus raíces. Desde la fuente de piedra en la entrada hasta los espejos de Tlayacapan y bordados huicholes, el espacio abraza lo mexicano con sobriedad estética. Su estrella es el huitlacoche, en tacos con flor de calabaza y tortilla de epazote. Brillan también el “foagrá” de pueblo, los escamoles con tortilla hecha a mano, y el pato de 21 días. La pesca del día, el mole negro y las mazorcas completan un menú que huele a milpa y técnica. El servicio es cálido y el entorno, ideal para explorar la alta cocina mexicana sin artificios. $$
Quintonil – Polanco

Con dos estrellas Michelin, bajo la batuta del chef Jorge Vallejo, Quintonil ofrece una propuesta que resalta los ingredientes locales con técnicas modernas. El ambiente es íntimo y sofisticado. El servicio es cálido y experto. Cada pase del menú degustación es una pieza de relojería emocional. Imperdible: la Chalupa de lengua de res, salsa de chile morita, aguacate criollo martajado (foto). $$$$
Rojo Bistrot – Condesa

Bistrot con alma parisina en tierra chilanga. El ambiente es bohemio y acogedor, perfecto para cenas relajadas entre amigos. El servicio es amable y eficiente. El Queso brie con costra de almendras y frutos rojos, el Entrecot con salsa café de París y el Confit de pato (foto) dialogan con tintos ligeros y la melancolía urbana del barrio. $$$
San Ángel Inn – San Ángel
Instalado en la ex hacienda Goicoechea del siglo XVII, San Ángel Inn es un monumento vivo a la cocina mexicana tradicional, con un empaque arquitectónico colonial y jardines que invitan al paseo pausado. El ritual comienza al cruzar el patio central: una fuente rodeada de manteles blancos, elegancia sobria y un servicio profesional en cada gesto. La carta recorre clásicos que han resistido el paso del tiempo. Para quienes aman la tradición, destacan la tortilla azteca, el mole poblano, los escamoles al poco tiempo y los tacos de rib eye –preparados con una ceremonia pausada y pulida. $$$$
The Lamb – Roma Norte

Un rincón británico que se desliza con suavidad en la colonia Roma Norte, entre paredes con guiños neoclásicos, terciopelos y loza inglesa. En su carta, siempre viva, los especiales del día revelan hallazgos memorables: el Pay de conejo, servido con hojaldre dorado y relleno untuoso; y las Mollejas de res a la leña, alubias, espárragos y berros (foto). Para maridar, una copa elegida al detalle por un equipo que entiende de armonías: vinos bien seleccionados y sidras normandas de carácter que hacen del aperitivo un ritual. El ambiente es sofisticado sin rigidez; el servicio, cercano y certero. $$$